El sueño es fundamental para el crecimiento de los niños ya que mejora su memoria y los mantiene alertas y con buena actitud durante el día, entre muchas otras ventajas.
Los niños que duermen lo suficiente y bien se desenvuelven mejor y desarrollan menos problemas de comportamiento.
Por ello, los padres deben enseñar y favorecer buenos hábitos de sueño en sus hijos desde temprana edad. Idealmente un niño de entre seis meses y seis años debe dormir de 11 a 13 horas seguidas sin despertarse, ya que el sueño es más reparador cuando no se interrumpe. De los seis años hasta los 11, lo normal es que el niño duerma entre 10 y 11 horas.
Mientras duermen, los niños asimilan y organizan lo visto y aprendido; se desarrollan física y mentalmente, e inician y ejercitan su independencia al lograr, poco a poco, dormir lejos de sus papás. Puede decirse también que dormir nutre el cuerpo del niño ya que durante el sueño se produce la hormona de crecimiento, que está involucrada en el desarrollo; se fortalece el sistema inmunológico, y se realizan las conexiones cerebrales responsables de la memoria y la concentración.
De cada cuatro niños, uno padece algún trastorno del sueño que, si no se trata adecuadamente, empeora con el tiempo y, si después de contar las horas de sueño de tu hijo, notas que son menos de las 10 sugeridas o que no duerme de corrido y que durante el día está cansado, su humor no es el mejor o que incluso le cuesta trabajo regular emociones deberías, más que preocuparte, ocuparte: busca que los hábitos de sueño que le estás inculcando sean los mejores para su desarrollo. Para ello, aquí te compartimos tres consejos:
- Cuenta las horas desde que se duerme hasta que despierta de forma natural y revisa si está durmiendo tanto tiempo como debería.
- Observa cómo despierta en la mañana. ¿Amanece de malas o te cuesta trabajo despertarlo? Si la respuesta es sí, realicen una rutina de sueño antes de ir a la cama para que duerma el mayor número de horas posible.
- Asegúrate de que no se quede dormido mientras ve la tele, juega con la tablet o en otro espacio que no sea su cuna o cama; establece una rutina con hábitos saludables que lo preparen para un buen descanso como una cena ligera, el lavado de dientes, un cuento o el momento de apapacho familiar.
El sueño se divide en cuatro etapas que aparecen progresivamente y que es muy importante respetar para que tu pequeño se acostumbre a ellas y sea más fácil conseguir que se duerma. Tratar que el niño concilie el sueño es una tarea difícil y constituye un verdadero desafío, pero es importante recordar que hay que respetar su ritmo para evitar que se haga una imagen negativa de la hora de dormir.
- En la primera etapa, el cerebro envía a los músculos una señal para que se relajen y le indica al corazón que lata más lentamente mientras que hace bajar un poco la temperatura del cuerpo.
- En la segunda etapa, la del sueño ligero aún es posible que el niño despierte con facilidad por causa de algún ruido.
- En la tercera etapa, cuando el niño se encuentra en esta etapa, alcanza un sueño profundo o “de onda lenta” durante el cual el cerebro envía un mensaje para hacer descender la presión sanguínea; el cuerpo no siente la temperatura del aire que le rodea y es mucho más difícil que el niño despierte, pero algunos pueden tener episodios de sonambulismo o hablar dormidos en esta fase.
- Finalmente, en la cuarta etapa, ocurre cuando el sueño es más profundo y es muy difícil despertarse en esta etapa del sueño, pero si esto sucede, el niño se sentirá confundido durante unos minutos. Al igual que en la tercera fase, algunos niños pueden tener episodios de sonambulismo o hablar mientras pasan a una etapa de sueño más ligero.
También aparece una etapa de movimiento ocular rápido o REM en la que, si bien los músculos del resto del cuerpo están totalmente relajados, los ojos se mueven rápidamente de un lado a otro debajo de los párpados. En esta fase del sueño, el corazón late más rápido y la respiración es menos regular; es aquí cuando las personas sueñan. Mientras tus pequeños duermen, pasan varias veces por las etapas 2, 3, 4 y REM antes de despertar por la mañana.
Ahora bien, existen casos donde los niños duermen un poco menos (digamos, una hora) de lo recomendado y en el día están frescos de todos modos, con un buen desempeño en todas sus actividades. Puede ser que la hora faltante la estén compensando con una siesta de día o que necesiten menos sueño de lo recomendado, pero esto es muy poco frecuente; recuerda que cada cuerpo es distinto y reacciona de forma diferente. En todo caso, primero será necesario que hagamos nuestro mejor esfuerzo por conseguir las 11 horas que ayudarán al adecuado desarrollo de nuestros pequeños.
Al cuidar la calidad de sueño de nuestros pequeños, tal vez nos encontremos con mitos que pueden obstaculizar que nuestros niños duerman 11 horas; algunas de estas creencias son las siguientes:
El niño debe dormir boca abajo
Los niños deben dormir boca arriba desde bebés principalmente para disminuir el riesgo del síndrome infantil de muerte súbita. La Academia Americana de Pediatría recomienda, además, que los padres no permitan que los niños pequeños duerman en cama de agua, sofá, almohada, colchón blando u otras superficies blandas, así como evitar que duerman con uno o ambos progenitores ya que esto aumenta la posibilidad de asfixia.
Hay que esperar a que el niño esté dormido antes de llevarlo a la cama
Al niño se le debe llevar a su cama cuando tiene sueño, pero está despierto todavía. Esto facilita que asocie la hora del sueño con la cuna o la cama y que pueda conciliar el sueño más fácil una vez en ella. Además, así adquirirá independencia para dormir poco a poco con el fin de que tu peque tenga buena higiene del sueño.
Los niños no duermen si toman siestas
Principalmente para los más pequeños, las siestas y el sueño nocturno son ambos necesarios e independientes el uno del otro; de hecho, los niños que toman su siesta generalmente son menos irritables y duermen mejor durante la noche. Después de los seis meses de vida, las siestas de entre media hora y dos horas de duración son frecuentes, y poco a poco desaparecen entre los dos y los cinco años.
Después de los cinco años, la somnolencia durante el día o la necesidad de tomar siestas requieren seguimiento médico; no olvides que decirle adiós a la siesta es un proceso que toma tiempo y paciencia y que, en algunos casos, es necesario acudir con un experto para tener una guía más clara.
Algunos niños no duermen bien nunca
Si tienes dificultades para conseguir que tu peque tenga un sueño continuo y reparador, necesitarás consultar a su pediatra para que se establezcan las medidas necesarias..
Si el niño se acuesta tarde, se quedará dormido antes y dormirá mejor
Lo más recomendable es acostar a los niños a una hora razonable, mucho antes de que lo hagan los padres. Si detectas signos de somnolencia como bostezos o irritabilidad, adelanta la hora de ir a la cama unos 20 o 30 minutos.
¿Cuál es la hora adecuada para dormir a los niños?
Entre semana, la mayoría de los niños en edad escolar se tienen que despertar entre las siete y las ocho de la mañana dependiendo de la cercanía a la escuela y del tiempo que les tome prepararse; con esto en mente, puedes calcular la hora a la que debes acostar a tu pequeño.
En el caso de los niños de uno a cinco años que entran a la guardería o al kínder a las nueve de la mañana y si restas una hora de preparación y traslado, deberían despertarse a las ocho. Para dormir 11 horas en promedio, más el tiempo que tarden en conciliar el sueño, lo aconsejable es que se vayan a la cama entre las 08:00 y las 08:30 pm.
La rutina como aliado para dormir 11 horas
Algunos estudios sugieren que si ayudamos a nuestros hijos a saber qué esperar en cada situación con una rutina diaria, se sentirán más cómodos, cooperan mejor y ayudaremos a su equilibrio emocional; sobre todo, respecto al sueño, los niños inconscientemente se acostumbran poco a poco a irse a la cama a cierta hora con una rutina diaria lo que evita conflictos y negociaciones que pueden afectar su sueño.
La mayoría de los niños tienen días ajetreados: van a la escuela, cuidan a sus mascotas, corren con sus amigos, practican algún deporte y realizan otras actividades, además de hacer su tarea; tan sólo escribirlo cansa. Su cuerpo necesita reposo al final del día, pero cuando no tiene las horas suficientes para descansar, es posible que tu pequeño se sienta cansado o malhumorado, que no le resulte fácil seguir instrucciones o que no pueda pensar con claridad.
Sin embargo, si tu peque cena, se baña, le lees un cuento con un tono de voz más bajo y sereno, dan gracias o hacen un resumen del día y se va finalmente a la cama todos los días, su cuerpo se acostumbrará y estará dispuesto para dormir las 11 horas que necesita.
Entrevista realizada a Patricia Beltrán y Lucía Sabau @alacamita